Hoy os traigo un Post un poco diferente, llevo un tiempo queriendo escribir sobre esto, ya que, como sabéis todo este Blog gira en torno a la Mujer. Así que este post es muy especial, ya que lo dedico a todas las mujeres, ¡espero que os guste!
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¡Si
la Barbie fuera humana, no podría caminar!
Típico,
abres una revista de moda y allí está. La mujer “perfecta”. Y
tú vas y piensas, “me encantaría estar como ella”. A veces, sin
darte cuenta, te encuentras a ti misma pensando “¿Qué tendría
que hacer para estar así?”, o “Si me pongo a dieta el lunes...”.
A lo mejor esto te pasa más a menudo de lo que debería.... Si te
sientes identificada, tengo una pregunta – muy importante – que
hacerte: ¿Sabías que si la Barbie fuera humana, no podría caminar?
Cuando
era pequeña, me encantaban las Barbies (de hecho, aún guardo alguna
que otra, por los viejos tiempos). Mi sueño, era ser como mi Barbie
favorita. No la llamaba Barbie claro, cada semana le cambiaba el
nombre y pensaba “ojalá cuando crezca, sea tan guapa como ella”.
¡Menos mal que mi hada madrina no me concedió ese deseo! ¿Por qué?
Te explico: Leí en una revista algo que me llamó mucho la atención:
“Si la Barbie fuera humana, no podría caminar”, al
principio pensé que sería alguna broma y al indagar un poco, ¡no
te imaginas lo que descubrí!
Érase
una vez, una niña en un lugar llamado Estados Unidos, que era como
yo, muy fan de sus Barbies. Al crecer, se tomó demasiado en serio el
convertirse en una, y terminó con graves problemas de disfunción
alimentaria (tranquila, que tiene un final feliz). Una vez estuvo
recuperada, tuvo la más original de las ideas: Crear una muñeca a
escala humana, siguiendo las proporciones de la Barbie. ¿El
resultado? Un ser deforme, que de existir en la realidad no sólo
daría miedo, sino que tendría que valerse de manos y pies para
sostenerse (tendría que andar a cuatro patas). ¿Qué te parece?
Resulta que mi muñeca favorita, no es tan perfecta como pensaba.
Ahora me dirás: “Me acabas de tirar por tierra, un mito de mi
infancia”, pero, oye, míralo por el lado positivo: ¡Eres más
perfecta que la Barbie! Y eso es algo que, seguro, nunca habías
pensado, ¿verdad?
Y
ahora dirás, bueno pero no es lo mismo, las modelos de las revistas
no andan a cuatro patas. Vale, eso es verdad, pero ¿Y si no son tan
perfectas como crees? Digamos que abres una revista, y ves a una de
esas modelos de metro ochenta, que resulta que pesan lo mismo que tú
(que mides unos 20 cm menos). Pensarás que el problema lo tienes tú,
que ella está perfecta y tú, deberías estar como ella. Estás
actuando igual que yo con mi Barbie. Quizás, si te digo “el césped
del vecino siempre parece más verde que el nuestro” entiendas un
poco más lo que te intento decir.
Está
muy bien querer mejorar, y es inevitable que nos fijemos en otras
personas para ello. Sin embargo no todo lo que reluce es oro, y nunca
sabes lo que hay detrás de una foto, (probablemente mucho Photoshop
y mucho maquillaje). Así que mi consejo es: No intentes encajar en
un estereotipo, sólo porque creas que eso te hará más perfecta, no
intentes ser una Barbie, porque entonces... ¡no podrás caminar!
(metafóricamente hablando, claro).
Quizás,
si todos viéramos a la Barbie real, los estereotipos de mujer de
plástico desaparecerían, y las verdaderas mujeres perfectas serían
las de carne y hueso, mujeres con perfecciones e imperfecciones (¡y
que no tendrían que andar a cuatro patas!).
“¿Qué
hay de malo en querer tener un tipazo?” me preguntas. Nada de malo
querida lectora, lo malo es querer convertirse en una muñeca de
plástico, o en una foto de revista. Y ya no sólo te hablo de lo
nocivo que es para tu salud (que también lo es), sino de que
probablemente termines frustrándote en un imposible. Y en ese arduo
camino, muy poco productivo, puedes terminar olvidando lo realmente
perfecta que eres.
La
naturaleza nos hizo altas, bajitas, con brazos cortos, con piernas
largas. Y en cuanto nos tuvo hechas, se recreó en la belleza de los
detalles - en los hoyuelos que te salen al sonreír y que tanto
odias, o en las arruguitas de tus rodillas, que intentas esconder a
toda costa. Te hizo bien y te hizo única, y si quisiera que fueras
de plástico, lo serías. Y si quisiera que andaras a cuatro patas,
lo harías. ¿Que por qué te hizo así entonces? Porque te quería
real, natural y preciosa. Te quería mujer y no muñeca. ¿No te
parece maravilloso?
Así
que te invito a que te divorcies del plástico, y hagas las paces con
la realidad. No por conformismo, sino porque realmente empiezas a
comprender, que no hay más perfección que la tuya, y la mía. Y que
la Barbie, nos mira y no entiende porque queremos ser como ella. Te
invito a que, mires con más cariño a tu césped, porque puede que
el del vecino, no esté tan bien como crees, puede que, al igual que
la Barbie, no pueda caminar.
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Con mucho cariño,
Mon premier rouge à lèvres.
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Sabias palabras guapa!
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